Tecnología de construcción antisísmica
Chile experimentó el segundo terremoto más fuerte el 27 de febrero de 2010, tras el acontecido en Valdivia en 1960; minutos después un tsunami arrasó las costas chilenas. Han pasado 11 años de este hecho, y hoy Chile es referencia mundial en tecnologías de construcción antisísmicas, por lo que sus normas de construcción se encuentran entre las más estrictas del mundo.
Y es que en definitiva, somos un hito que marca la diferencia; a pesar de ser uno de los países con más movimientos sísmicos, el país cuenta con el segundo edificio más alto de Latinoamérica: el Costanera Center, con una estructura de 300 metros de altura y 62 pisos que desafían los movimientos de la tierra.
Pero ¿cuál es la razón de tanta actividad sísmica? Según los sismólogos, Chile se encuentra ubicado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona conformada por la placa de Nazca y que concentra la mayor actividad telúrica del planeta debido a que viaja a una velocidad de unos 8 cm por año bajo la placa sudamericana.
La clave de la construcción antisísmica chilena
El secreto está en la aplicación de una estructura de hormigón armado y acero, ya que estos materiales son lo suficientemente flexibles y resistentes para que el edificio se mueva y balancee sin caerse ante un terremoto.
El hormigón es el material que tiene más estudios y experimentación demostrada; y en Chile, la experiencia continua de sismos ha comprobado la validez de este sistema estructural para la construcción.
Siendo resistente ante grandes terremotos y presentando pocas pérdidas materiales y humanas.
Normativas de protección antisísmica
En cualquier lugar de Chile, antes de comenzar a edificar se requiere una autorización que valide el cumplimiento de las normativas.
Las normas Nch.433 y Nch.2369, estandarizan las metodologías y los procedimientos de construcción antisísmica de estructuras e instalaciones industriales.
Para cumplir con esta reglamentación, un requisito importante es trabajar con materiales con aislamiento sísmico. Es por ello que la utilización de paneles de hormigón armado se debe hacer en combinación con el acero, ya que disipan la energía para mantener la resistencia.
Actualmente, las nuevas construcciones incorporan elementos aislantes y disipadores sísmicos, los cuales evitan que el movimiento terrestre se transmita a la estructura y favorecen que la energía sea absorbida.
Las normas chilenas prevén tres tipos de terremotos
En función de la intensidad del movimiento telúrico la normativa prevé:
Moderados: Las construcciones deben estar preparadas para moverse y volver a la posición original sin daños.
Fuertes: Se aceptan pequeñas fisuras y deformaciones.
Severo: Aunque presenten daño estructural, deben evitar el colapso durante sismos de intensidad excepcionalmente severa.
Chile, pionero en tecnología de construcción antisísmica
Actualmente en el país, las universidades son laboratorios de ingeniería antisísmica, para crear nuevas tecnologías que minimicen el daño ante estos eventos.
Entre estas tecnologías, destacan los trabajos del equipo de ingenieros de la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC), que han avanzado en el aspecto del aislamiento y disipación sísmica que ayuda a reducir el movimiento en edificios.
Otras de las grandes innovaciones en este campo, fue el anunció del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, sobre el inicio de las obras del primer edificio “anti-tsunamis” del país, ubicada en el borde costero de Coquimbo, ciudad que se vio azotada por un terremoto y maremoto en 2015.
Otro aspecto relevante son las construcciones que incluyen los distintos tipos de aisladores sísmicos y disipadores de energía creados en su mayoría por ingenieros del país, gracias a un proyecto de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) y la UC.
Las construcciones que hoy cuentan con esta tecnología en Chile están destinadas a hospitales, residencias, oficinas, industrias, educación o templos; y se busca aplicarla en viviendas sociales y edificios patrimoniales.
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